Las cobardías de lo cotidiano

Cientos de miles de personas, especialmente niños, mueren de hambre en África por los efectos de una sequía que era previsible y que podía ser evitada, o por enfermedades que podían ser igualmente curadas, cientos de seres humanos mueren a diario también por las guerras en ese continente, en Afganistán, en Iraq y los ataques al pueblo palestino. Pero evidentemente esas vidas interesan menos (o valen menos, o no valen) frente a las muertes por diferentes razones en otros sitios del planeta y que se publican en amplios espacios, con indignación y tristeza, en la prensa. Esto ante la indiferencia o la complicidad de la opinión pública mundial.

"El egoísmo personal, la comodidad, la falta de generosidad, las pequeñas cobardías de lo cotidiano, todo esto contribuye a esa perniciosa forma de ceguera mental que consiste en estar en el mundo y no ver el mundo, o solo ver lo que, en cada momento, sea suceptible de servir a nuestros intereses. Solo podemos desear que la conciencia venga, nos tome por el brazo, nos sacuda y nos pregunte: A dónde vas? Qué haces? Quién te crees que eres?

Una insurrección de las conciencias libres es lo que necesitaríamos. Será todavía posible?", nos cuestiona José Saramago.

La respuesta tristemente parecería ser no. Parecería que la humanidad no ha merecido la pena.