Siento la muerte de cualquier persona, incluida la de Amy Winehouse y, por supuesto, las de aquellos seres humanos asesinados incomprensiblemente en Noruega.
Pero no olvidemos a las miles de personas que están muriendo de hambre en Somalia (y que no ocupan en la misma magnitud las páginas de los diarios como Amy), a las miles de mujeres refugiadas que llegan diariamente extenuadas a Kenia y Etiopía, en muchísimos casos habiendo dejado en la travesía de cientos de kilómetros a sus hijos muertos de cansancio y de hambre.
El hambre es un problema político. Es indignante que se destinen inmensas cantidades de tierras cultivables a la producción de biocombustibles. Situación que, además, es uno de los factores que ha generado el incremento de los precios de los alimentos.
Dónde está la conciencia de la humanidad, esto es una vergüenza!!, no se puede permitir que cientos de niños sigan muriendo a diario y sobreviviendo niños malnutridos con sus capacidades cerebrales afectadas irremediablemente.
Dónde está el Consejo de Seguridad que toma decisiones inmeditas para intervenciones militares, sin importar los gastos que implican ni la violación de las normas internacionales ni el doble rasero.
Es que el Consejo de Seguridad no tiene ni idea del mundo en que vivimos.
Y tristemente la izquiera (mi izquierda) parece tampoco tener idea del mundo en que estamos ahora. Nadie eleva la voz, nadie condena con firmeza las injusticias, nadie sale a las calles y exige un mundo diferente, que es posible.
Parece que todos hemos sucumbido a la "victoria" del capitalismo, cuando, todo lo contrario, con los problemas financieros recurrentes y salvatajes que no resuelven nada demuestran que ese sistema es el que está quebrado.
El tono es la indignación.